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9 de mayo de 2025

El "bandoneonista villero" Quien es y por qué se volvió viral

El bandoneonista platense es el creador del estilo musical que fusiona el tango y la cumbia villera y que rompió todo en las redes “Son expresiones de la voz de la calle. Si una se acerca a la elite y se aleja del barrio se aleja de su esencia”, explica.

Pablo Lima tiene la rodilla sobre un cajón de cervezas que emula un banquito, con el cual sostiene su bandoneón. Tras unas gafas oscuras, al mejor estilo “Pibes Chorros”, que apenas dejan ver su cara tatuada, como una estrella del trap, y “empilchado” de un saco tanguero con tirasque simulan a una indumentaria deportiva, respira al mismo tiempo que su fuelle y dispara: “Se hace la difícil y yo espero su mensaje, pero ella no conoce a este personaje”. Una voz inconfundiblemente tanguera llena de nostalgia el aire y choca de frente con el espíritu festivo del hit original de BM. El video toma una tonalidad de sepia cuando él canta sobre una función de Instagram para que las fotos sean solo para algunos, en un signo de seducción del 2025, pero como si fuera 1905. El pasado y el presente se funden y se confunden en un video que por distópico no pierde el gusto a “lleca”. Desde las calles de “El Churrasco” de La Plata, este cantante, bandoneonista y compositor de 41 años es el creador de un estilo que fusiona el tango con la Cumbia Villera, a través de un hilo conductor: Su bandoneón y las voces de los laburantes, sean en 1900 o pleno siglo XXI. “No vengo de una casa de músicos, nada que ver. Pero, mi viejo tiene un taller de chapa y pintura en el que siempre se escuchaban tangos. En la época que explotó la cumbia villera yo le decía que hablaban de los mismos temas y él me decía que “nada que ver” y que “esa música era muy mala”. Entonces empecé a jugar con la voz y cantarles cumbias como si fueran tangos bien arrabaleros, hasta que me terminó dando la razón”, Todo empezó simplemente como un pibe más que discute con su viejo. Me acuerdo que no nos poniamos de acuerdo, hasta que una vez le canté un tema “bien reo” de los que le gustan a él, y me dijo “¿de quien es este tangazo?”. Resulta que era un tema de Meta Guacha. Así terminó siendo fanático de la cumbia villera y yo empecé a hacer tangos”. Lo que llama la atención además de su estética que fusiona dos mundos es su voz inconfundiblemente rea. “La verdad no sé cómo empezó eso. Creo que fue porque siempre escuché los dos géneros. Aunque siempre estuve más cerca de la cumbia el tango fue una forma de conectarme con mi viejo, en su taller, en su mundo. Él me cantaba en un fraseo y me explicaba que quería decir, supongo que nace así” Su primer acercamiento a la música lo tuvo cuando en una fecha de reyes ligó un pianito de juguete. Cuando fue creciendo la primera música que descubrió fue el punk rock “Dos minutos, hermética, Flema, Ataque77”, desmenuza. Ya de muy joven le gustaba que las canciones hablaran del desgaste social y la desigualdad que empezaba a reinar en la caída del primer neoliberalismo menemista. El 2001 lo encontró con 18 años y en un “aquí y ahora” en el que veía nacer la nueva cumbia que venía de los más humildes “Cerca de mi casa estaba el boliche Escandalo Bailabre que era dónde debutaban todas las bandas de cumbia villera. Era ver nacer un movimiento”, explica. Lastima bandoneón, tu ronca maldición maleva Todo cambió cuando conoció su instrumento a los 30 años “Fue de casualidad. En el barrio no se veía uno de esos de hacía mucho. El que tenía era una reliquia, que estaba más de recuerdo que otra cosa. Una vez un flaco que hace tangos me escuchó cantar y me invitó a su casa a hacer unos temas. Vi el bandoneón y me enamoré. Lo escuchaba respirar, lo veía muy expresivo, que se adapta perfectamente a la voz, a lo que vas contando”. Pero encontrar tú instrumento estaba muy lejos de tenerlo, más en esos tiempos donde el mango faltaba bastante. “En ese momento mi viejo había armado un Peugeot 504 que tardó 15 años en restaurarlo. Yo trabajaba de limpieza y ganaba a plata de hoy 200 lucas, era imposible comprarme uno, así que lo vendí para comprarme ese instrumento. Si habíamos usado 5 veces ese auto es mucho. ¡Mi viejo decía que estaba loco!” Juglar de laburantes Solo y triste me refugio en mi guarida Con un vino estoy calmando mi dolor. Vos te fuiste con tu madre para el chaco. Y en la villa sin tu amor yo me quedé”. La melancolia de un amor frustrado y calmado con alcohol, en el contexto de un proceso de migratorio. Podría ser tranquilamente un tangazo de la argentina centenaria, pero es “Sentimiento Villero”, una cumbia del 2001 que “Ariel el traidor” inmortalizó, pero en la voz de Lima se viste de Edmundo Rivero.

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