18 de agosto de 2025
La queja de una dirigente hotelera: “Volar al Sur de la Argentina sale USD 800, a Punta Cana USD 400”

El sector enfrenta menor ocupación, auge de viajes al exterior y caída de visitantes regionales, según la Asociación de Hoteles de Turismo
El contraste entre tarifas internas y externas se convirtió en uno de los factores que golpearon a la hotelería. Mientras el sur argentino exige traslados costosos para quienes parten desde Buenos Aires, varios destinos en el Caribe o países limítrofes ofrecieron alternativas más accesibles. Brasil y Chile se consolidaron como opciones frecuentes, al igual que Uruguay en determinados períodos.
La dirigente también se refirió a la caída de la demanda extranjera. Explicó que la Argentina se volvió un destino caro para los turistas regionales, que suelen guiarse por criterios de precios al planificar sus viajes. Esa retracción se sintió con fuerza en la ciudad de Buenos Aires, que depende tanto del turismo interno como del proveniente de países vecinos.“En las últimas vacaciones de invierno tenemos medido que cayó alrededor de un veinte por ciento la demanda”, detalló Ferrucci. Esa merma se sumó a la reducción de visitantes de Brasil, Uruguay y Chile. El efecto combinado afectó de manera particular a los hoteles de la capital, donde la oferta es amplia y la competencia intensa.Además del precio, la conectividad apareció como un factor central. Ferrucci explicó que la alta salida de argentinos hacia otros países impactó en el costo de los pasajes disponibles para quienes quisieran ingresar a la Argentina. La mayor demanda para salir encareció los vuelos, lo que repercutió en los visitantes internacionales.La entrevistada puso de relieve que el encarecimiento de la conectividad interna desalentó tanto al turista local como al internacional. En el caso de los argentinos, el incentivo de viajar afuera resultó más fuerte cuando aparecieron oportunidades de vuelos accesibles hacia el Caribe o países cercanos. En el caso de los extranjeros, la necesidad de combinar vuelos largos con traslados internos costosos restó atractivo a la experiencia.
El sector hotelero, que ya lidiaba con un contexto de inflación y menor poder adquisitivo interno, sumó así un nuevo desafío. La baja de reservas en ciudades como Buenos Aires o en regiones tradicionales del turismo local se reflejó en niveles de ocupación preocupantes. El ejemplo del hotel del microcentro porteño, con apenas nueve habitaciones ocupadas de un total de cuarenta, se convirtió en un símbolo de esta coyuntura.