Cónclave histórico: la incertidumbre sobre el futuro del legado de Francisco
La demora podría ser leída como una muestra de falta de unidad en la Santa Sede.
Destacados observadores del quehacer de la Iglesia dicen que la elección papal que se avecina será la “más dramática de los últimos 50 años”, porque las reformas que realizó Francisco generaron una profunda división en la milenaria institución.
Plantean que se terminará optando por un conciliador que siga el espíritu aperturista del pontífice argentino, pero sin sus osados cambios como, por ejemplo, la bendición a parejas gay. Y, por lo tanto, sin avanzar en los que estaba proyectando, como el acceso de hombres casados de probada fe al sacerdocio en zonas remotas del mundo donde escasean los curas.
Claro que para ello hará falta aglutinar 89 votos entre los 133 cardenales que ingresarán este miércoles a la Capilla Sixtina porque las normas dicen que hacen falta los dos tercios de los sufragios.
Aunque se trata de una cantidad exigente, quizá no lo sea tanto si se tiene en cuenta que la clásica división entre conservadores y progresistas parece que esta vez no se verificará en las cantidades parecidas que ostentaban en el pasado y que provocaban que se neutralizaran y entonces había que buscar un tercer candidato de consenso.
Es que tres grupos surgen con nitidez: uno mayoritario que aboga precisamente por el candidato conciliador que una a la Iglesia o, al menos, acorte la brecha. Su principal candidato es quien fue hasta ahora el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal italiano Pietro Parolin (70 años).
Hay un segundo grupo más chico que impulsa una profundización de los cambios de Francisco. Este sector postula al presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, el cardenal Matteo Zuppi (69), para muchos el que prefería Jorge Bergoglio.
Finalmente, un tercer grupo aún menor de conservadores que propugnan directamente una vuelta atrás. Entre ellos se cuentan cardenales como el alemán Gerard Muller, que ocupó hasta 2017 un alto cargo en el Vaticano y se opuso a la decisión de Francisco de que los católicos divorciados en nueva unión puedan comulgar (recibir la hostia consagrada). Su candidato más relevante es el arzobispo de Budapest, el cardenal Peter Erdó (67), también opuesto a esa medida y a la bendición de parejas gay.
En los ámbitos eclesiásticos existía este fin de semana la extendida impresión de que el principal papable, el cardenal Parolin, podría llegar a alcanzar la mayor cantidad de votos, pero no los dos tercios.